Jaén, es ciudad abierta, de serena belleza, "Plateado Jaén" la llamó el poeta.
En el corazón de Jaén, el barrio de la Magdalena, con su fuente,
la Iglesia de la Magdalena y a su lado el Caz,
sencillo estanque, rodeado de arcos y galerías que
resume la historia de la ciudad.
Pero hay otro Jaén, escondido, que solo aparece en las tardes frías de enero, cuando se encienden las lumbres y cobran vida las leyendas.
Es Antón protector de los animales, venerado por hortelanos y olivareros, que desde siempre bajo su protección pusieron mulos, asnos y rebaños.
Su noche de fuego purificador es tiempo de chiquillos, de melenchones, de bailar en corro, de requiebros y miradas, de comer calabazas asadas y beber buen vino al calor de la lumbre.
Al mismo tiempo la hoguera es lugar para quemar lo viejo y lo malo, como el Lagarto de la Magdalena, que atemorizó aquel barrió hasta que explotó cuando se comió aquel cordero de pólvora relleno.
Junto a las llamas de ramas de verde olivo: la gente ríe, charla y se divierte, mientras baila al son de viejos cantares: melenchones de las lumbres de Jaén:
Ya están las calabazas
tururú
puestas al horno
tururú, ru, ru.
Y sal a bailar salero
salero sal a bailar
que tiene usted para mi
la gracia de Dios salá.
Fuego, carbón, maquinista
fuego que se apaga el tren.
Que va mi niña montada
y no se puede detener.
Levántate, morenita,
a la aceituna temprano
a darle los buenos días
al airecito solano.
Morenita, ven aquí,
morenita, ven acá,
morenita, ven aquí
te lo digo de verdad.
Bibliografia: Cancionero Popular de Jaén. María de los Dolores de Torres Rodríguez de Gálvez. Jaén. 1972.
Hasta Pronto. Un saludo. Carolina.