Domingo radiante de sol que nos conduce muy cerca de Jaén, apenas a 30 km de distancia para descubrir lugares donde la naturaleza muestra su máximo esplendor.
Nuestra primera parada es en Torres , el pueblo de mi madre, a los pies del monte Aznaitín, dice don Antonio Machado:
Tiene Cazorla nieve,
y Mágina, tormenta,
su montera Aznaitín. Hacia Granada,
montes con sol, montes de sol y piedra.
Antonio Machado.
Arriba en el monte los cerezos están en flor,
promesa mañana, de rojas y dulces cerezas.
Es Torres pueblo antiguo, por el que han pasado íberos y romanos, árabes y cristianos.
Torres 6 de Abril. 2014.
En el lugar donde estuvo su valiente castillo, un blanco reloj mide las horas de sus gentes.
Abajo en lo más llano, la plaza, lugar de encuentro y celebración desde su construcción en el siglo XVI.
Calle Corredera.
Dejamos Torres contemplando la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán, que parece desafiar a la gravedad, levantada sobre ocho contrafuertes que la elevan airosa sobre el abismo.
Mancha Real fue fundado en 1537 por Carlos V, cumpliendo así los deseos expresados por su madre la Reina Juana.
Mancha Real es una ciudad renacentista trazada a escuadra y cartabón,
donde las calles se ordenan simétricamente, para converger en la Plaza Mayor.
Plaza Mayor que se convertirá en el centro urbano, donde se instalarán los principales edificios, Cabildo y Templo Parroquial.
La construcción de la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista se inició hacia 1560 y está vinculada a arquitectos tan prestigiosos como Andrés de Vandelvira, Juan de Aranda, López de Rojas y Ventura Rodríguez.
Es un templo de planta de salón con tres naves, cubierta la central con bóvedas semiesféricas y baídas las laterales.
A partir de 1628 la iglesia se comenzó a usar para el culto y se inició la decoración de la media naranja del crucero. Donde se van a representar una serie de mártires, eremitas y obispos .
En la Nave de la Epístola, entre otros aparecen representados, San Benito, Santa Clara, Santa Catalina, Santa Teresa...
Las cubiertas de las bóvedas laterales fueron picadas y recubiertas de yeso y cal muy probablemente durante el siglo XIX cuando era frecuente el blanqueo de los interiores de muchas iglesias. Los desconchones de estas capas de cal dejaron al descubierto tanto las pinturas como sus inscripciones.
La fachada principal es obra de Juan de Aranda, completada posteriormente con la torre diseñada por Eufrasio López de Rojas.
Seguimos camino en busca de nuestro último destino en el día de hoy: Pegalajar.
Pegalajar es agua, huerta, sierra, embrujo, misterio; ciudad amable que nos recibe
con la claridad de su charca y
el frescor de su Fuente de la Reja.
Pero hoy Pegalajar nos va a desvelar su otra cara,
oculta en la sierra que la rodea,
muchos conocíamos la Cueva del Majuelo y
nos hemos deleitado con su suculenta cocina, pero pocos habían tenido la oportunidad de visitar
La Cueva de Aro descubierta en el año 1972, cuando se retiraron unas piedras que impedían el paso a su interior del ganado.
La cueva cuenta con pequeñas salas en las que proliferan gran cantidad de estalactitas, estalagmitas y discos de fractura, formadas por calcitas flotantes.
Los restos encontrados en su interior muestran que la cueva fue ocupada a finales de la Edad del Cobre (II. milenio a.n.e)
Adentrarse en sus salas es trasladarse a un mundo de silencio e inusitada belleza sólo roto por el rumor del agua que incansable teje este encaje de formas caprichosas.
Las cuevas se formaron en los afloramientos del Cretácico Superior (99´6 - 65´5 Millones de años atrás)
Posteriormente
en el período Messiniense, (entre 7´2 y 5´3 Millones de años atrás) comienza la
regresión marina permitiendo la aparición del relieve calcáreo Prebético, dando
inicio su erosión.
En este periodo, y en esta zona, el borde marino se sitúa en la ladera norte de la Serrezuela de Pegalajar.
La
formación de la cueva sucede cuando la roca queda expuesta a las condiciones
atmosféricas y el agua que se filtra por las fracturas que contiene dióxido de
cárbono (CO2) y el pH ácido que adquiere
(H2CO3) va disolviendo la roca.
Proceso
muy lento que dura millones de años. La presión y las bajas temperaturas
favorecen la disolucion del CO2 en el agua, y por tanto,
la disolución del carbonato cálcico de la roca caliza que poco a poco va generando cavidades en el interior de la roca.
Un poco más arriba Las Siete Pilillas,
donde se dan cita los amantes del parapente.
Las vistas desde este lugar son magníficas, mostrando en todo su esplendor el
olivar de Jaén.
Nuestro más sincero agradecimiento al Restaurante Los Majuelos por habernos permitido conocer la Cueva de Aro. ¡Muchas Gracias!
Un saludo a nuestros amigos
de Pegalajar Juan Carlos y Alfonso.
Carolina.
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