JAÉN.
El viajero que llega a Jaén, por primera vez, se encuentra ante una ciudad rodeada de olivares y montes que se desparrama ladera abajo, protegida por una imponente fortaleza medieval.
En su caminar por sus calles descubrirá:
calles estrechas
que custodian
patios palaciegos
que antaño
pertenecieron
a nobles poderosos como,
Miguel Lucas de Iranzo que fuera Condestables de Castilla. Belmonte ¿? Jaén 1473.
Con ocasión de la boda del Condestable con Doña Teresa de Torres, el palacio se engalanó con todo el boato que la celebración merecía: paños franceses, vajillas de oro y plata, doseles y brocados adornaban las salas. Las mesas se llenaron de suculentos manjares. para ser regados con los mejores vinos, dignos de la mesa de un rey. (Adaptado de la Crónica del Condestable).
Bodas que bien se pudieron celebrar
en este extraordinario salón engalanado por un soberbio artesonado y orlado de yeserías mudéjares.
Desde las ventanas de sus pisos superiores se puede observar la magnífica silueta de la catedral, obra cumbre del arquitecto Andrés de Vandelvira.
Muy cerca en la antigua Plaza del Mercado, sobresalen la belleza clásica de las galerías del Palacio de los Vílchez.
Subiendo la Carrera, el viajero descubrirá emocionado la grandiosidad de la catedral de Jaén,
Pero para completar toda su belleza que mejor lugar para admirarla que el frescor que derrama el verdor del parque del seminario.
con su recoleto claustro monacal.
Desde allí, ascendiendo por la empinada calle Bazo, llegaremos a la Carretera de Circunvalación, senda que bordea el castillo y desde la que se descubre toda la belleza de la ciudad y sus campos.
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