La Sierra Sur de Jaén en el camino a Jabalcuz se viste de tonos dorados, presagio de la llegada del otoño cercano.
En las laderas de la Fuente de la Peña, junto al verde olivar, el frescor de las aguas de la escondida fuente.
A su vera la blanca Ermita del Cristo del Arroz
humilde devoción de los hortelanos del lugar,
que celebran cada segundo domingo de mayo, la romería en su honor.
Las aguas de la fuente, antes de regar las cercanas huertas, se usaron como lavadero público, lleno de blancor y voces que cantaban mientras realizaban su diaria labor.
Sobre las altas peñas que vigilan el camino hacia los Villares y la hermosa Valdepeñas, entre los olivos y encinares, aún se levantan altivas la silueta de una torre de frontera, y
frente a ella, la armonía de un mirador alegre, abierto al fresco de la tarde y a la luz hiriente del mediodía.
De vuelta a Jaén, la inmensidad de la Sierra, con la delicada forma de "La Silla de la Reina", al fondo la altiva "Pandera",
desde allí nos perdemos buscando rincones de nuestro Jaén.
Pronto aparecen las siluetas de la torres de la catedral, desde la carretera que va hacia La Fuente,
ya dentro de la ciudad murada, la calle Carrera de Jesús,
con el Torrreón del Conde de Torralba, que aún defiende la vieja muralla medieval.
Por el arco de la Calle de los Dolores, nos saludan fachadas de abolengo y nobleza,
para detenernos frente a la balconada del
Palacio de los Condes de Corbull
Ecos de risas estudiantiles aún resuenan en las aceras de la Calle Colegio, mientras nuestras miradas ascienden siguiendo la pendiente,
para reposar un momento, escuchando el rumor del agua en la "Plazoleta de los Naranjos".
Muy cerca la Plaza de San Francisco, la antigua plaza del Mercado, con su bello edificio de ecos historicistas.
Desde allí, llegamos a la Calle Hospitalico, en el Barrio de la Magdalena, sinfonía de calles populares, que fatigosas ascienden las empinadicas cuestas.
Cuestas en las que conviven humildes viviendas, con casas señoriales, de puertas de piedra y fuertes rejas, que miran a la calle desde curvos miradores, como los de esta casona de la calle : Hornos Mírez.
Tras las callejas, la silueta altiva del castillo, desde la Calle Santa Úrsula.
Dejamos la ciudad medieval, pasando por la "Puerta del Aceituno" en el muro norte, protegida por la sombra poderosa de un torreón de redondeadas piedras.
Llegamos a la Plaza de los Jardinillos y a la Calle Mesones, con resonancias de otros tiempos, donde hoy se mezclan risas de jóvenes, recuerdos silenciosos de mayores.
La tarde esta cayendo cuando salimos a la puerta de la ciudad nueva, guardada por el alto mirador de este edificio de la calle Roldán y Marín.
Por hoy terminamos nuestro paseo por algunos lugares de este nuestro Jaén.
Un Saludo.
Carolina.
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