miércoles, 27 de diciembre de 2017

VILCHES, ALTO ALCOR.


Históricamente Vilches se encuentra estrechamente vinculado con los pasos que, a través de Sierra Morena, comunicaban Andalucía con las llanuras manchegas.



 La ciudad se encuentra a poco más de 80 km de Jaén encaramada en la cima de un monte en forma de collado formado por tres cerros que le ofrecen sus faldas por asiento.



Tras subir una empinada cuesta nos dirigimos hacia la antigua fortaleza de Vilches, en el camino nos saluda la humilde silueta de la Ermita del Humilladero dedicada a San Sebastían y,




 un poco más arriba nos esperan, las antiguas casas cuevas, horadadas a los pies de la inexpugnable fortaleza.





Pocos restos quedan del orgulloso castillo, vigía, otrora, del Paso del Muradal y del rojizo valle del Guadalimar, entramos en él por un estrecho túnel que  da paso al antiguo patio de armas


defendido por un enhiesto torreón macizo de forma circular construido en mampostería irregular y, desde el que parten algunos restos de las murallas que rodeaban toda la fortaleza.


 En el patio de armas se alza la ermita de Nuestra Señora del Castillo,  un templo construido en el siglo XIII y posteriormente reformado siguiendo modelos barrocos durante el  XVIII.


En su interior se venera La Virgen del Castillo Patrona de Vilches.


Desde el Cerro del Castillo se extiende ante nuestros ojos un paisaje en el que se dan citan campos de verdes olivares, infinitas dehesas y quebradas sierras regadas por las aguas del Guadalimar y Guadalén 


que se remansan en los embalses de la Fernandina, Guadalén o  Giribaile.



Desde Vilches os deseamos

¡FELIZ AÑO 2018¡










miércoles, 20 de diciembre de 2017

LA CAROLINA, 250 AÑOS DE HISTORIA


Se cumplen 250 años desde la promulgación por el rey Carlos  III en el año 1767, de una real cédula por la que se procedía a colonizar todas las tierras yermas de Sierra Morena,



en los términos de Espiel, Hornachuelos, Fuenteovejuna, Alanis, el Santuario de la Cabeza, la Peñuela, la Aldehuela y la Dehesa de Martinmalo,




con la llegada de a la península ibérica de seis mil colonos flamencos y alemanes.









No solo se pretendía ocupar tierras despobladas, sino lograr al mismo tiempo el fomento de la agricultura y la industria. 






El encargado de llevar a cabo el proyecto sería Pablo de Olavide nombrado Superintendente de las Nuevas Poblaciones, y por tanto, delegado directo del soberano en este proyecto. Olavide eligió a La Carolina como capital de la Provincia de las Nuevas Poblaciones.




Industria y agricultura que en el siglo XIX convivirían en La Carolina con la actividad minera. Desde época romana habían sido explotadas las minas en la comarca de la Carolina, pero sería a mediados del siglo XIX cuando se comenzó una nueva etapa de gran producción en la zona hasta principios del siglo XX.




Se introdujeron nuevas técnicas extractivas, productivas y metalúrgicas  para la producción a gran escala de plomo y en menor grado de plata que llevaron a cabo compañías como:




"Los Guindos", " La Aquisgrana" y "La Rosa", que propiciaron una edad de oro en la comarca, tras esta época expansiva, la producción comenzó a descender, cerrándose la última mina  en el año 1991.




En el Aula de Interpretación de la Minería, Parque Forestal de la Aquisgrana podremos sentir la dureza del trabajo en la mina, al descender hasta la oscuridad de una galería recreada en esta Aula.




 Fuera aún permanecen los restos de las antiguas chimeneas, cabrias, lavaderos, puentes y túneles  rodeados por el paisaje único de Sierra Morena.

Un saludo.
Continuará.




lunes, 20 de noviembre de 2017

¡HUELMA, LA ÚLTIMA FRONTERA!


Dos monumentos cuentan mejor que las palabras la rica y larga historia de Huelma, el castillo de los duques de Alburquerque y la Iglesia parroquial de La Inmaculada Concepción.







La fortaleza construida a fines del siglo XV, fue una de las últimas que se hicieron en el Reino de Jaén, sobre otra anterior de origen andalusí, que fue colmatada para erigir sobre ella un nuevo castillo, de reducido tamaño pero adaptado a las nuevas técnicas defensivas.





 Es una construcción de planta casi cuadrada de 14 por 12 metros, estructurado en dos pisos con torres cilíndricas en sus lados que incorporan troneras para troneras para la guerra de artillería.

El estado actual de la fortaleza se debe a que fue quemada por las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia.




El templo de La Inmaculada Concepción se comenzó a construir  en el año 1537, prolongándose los trabajos hasta los primeros años del siglo XVII, dando como resultado una de las iglesias más monumentales y bellas de todo la Provincia de Jaén.





La iglesia aúna en su estructura elementos tardo góticos, con los nuevos aires que introdujo el renacimiento en la arquitectura española, a los que finalmente se unen motivos y formas manieristas.







No conocemos  quién es el autor de la traza del edificio, no obstante su arquitectura está muy relacionada con los trabajos que Diego de Siloe diseñaba en la provincia de Granada.








Si es segura, en cambio, la participación en las obras de los maestros Andrés de Vandelvira y Francisco del Castillo el Mozo.









El interior de la iglesia sorprende al visitante por su admirable  y clásica belleza. Tres naves cubiertas en el primer tramo por bóvedas de crucería, que descansan sobre  pilares cuadrados, a los que se adosan medias columnas con capiteles de acanto, mientras que las demás bóvedas son todas baídas, destacando la central del segundo tramo por  la variedad y complejidad de su ornamentación.




Visita Huelma como nosotros, te sorprenderá.













¡Ánimo, Huelma te espera!


  Un saludo.


Continuará


      

viernes, 17 de noviembre de 2017

SOLERA, UN CASTILLO EN LA FRONTERA..


Solera es un pequeño pueblo serrano situado en un promontorio que nace al pie  del cerro del Morrón (1.090 m.)  desde el que se domina la vega donde se unen los ríos Jandulilla y Gargantón en pleno corazón de Sierra Mágina, al  sur de la provincia de Jaén.







La historia de Solera ha venido marcada por su situación de entrada al valle de Guadalquivir desde el Reino Nazarí  de Granada.










Su carácter fronterizo obligó a la construcción de una pequeña fortaleza a finales del siglo XIII, un verdadero nido de águilas, encargada de la defensa de la vega del Jandulilla, junto con las cercanas fortalezas de Bélmez y Huelma.







El castillo de Solera es una reducida fortaleza de mampostería, construida en un promontorio escarpado, con una caída de más de 300 metros en su lado norte, a la que se accede por una angosta y empinada escalera, situada en su lado oeste. Tras subir los fatigados y altos escalones llegamos a una pequeña explanada, que constituye el nivel más bajo del castillo.




Parte de esta primera explanada está ocupada por una maciza construcción que sostiene, un segundo nivel, más elevado. Se accede a él por un túnel abovedado. En este segundo nivel se encuentra un aljibe para la aguada de los defensores.






Desde él podemos contemplar el valle del Jandulilla, Bélmez de la Moraleda, las torres del Sol y del Lucero, el barranco del río Gargantón y Gualijar, los cortijos de Capellanías Polera y los picos de Miramundos y de Sierra Mágina; éste último el más elevado de la provincia de Jaén. 





Valores paisajísticos que bien merecen una visita a castillo y a Solera, una villa de calles estrechas y empinadas donde aún es posible oír el rumor de los propios pasos.







Desde Solera un saludo.

Continuará.

martes, 14 de noviembre de 2017

CABRA, LA CIUDAD DEL SANTO CRISTO


Cabra del Santo Cristo se encuentra al Sureste de la provincia de Jaén rodeado de un paisaje desnudo y árido, solo atemperado por el verdor de los olivares y huertas que crecen al frescor de los manantiales que brotan a los pies de la Sierra del Buitre, verdadero oasis, en medio de estas tierras resecas y erosionadas, en el que se alza la población.





La historia de Cabra viene marcada por la llegada a la villa en el año 1637 de un arriero de  camino hacia Guadix llevando una caja con un copia del lienzo del Santo Cristo de la Catedral de Burgos.







El arriero no tuvo  más remedio que hacer noche en Cabra porque  su caballería había muerto  agotada a una legua de la villa. Cuando llegó a la posada refirió su historia y María Rienda, la posadera, le preguntó que llevaba en la caja que traía consigo, al ver al Santo Cristo la mujer quedó prendada por la imagen y milagrosamente curó de un defecto que tenía en su brazo. Ante este hecho el cuadro fue considerado milagroso por todos los vecinos y llevado en procesión a la iglesia.





El dueño legítimo del lienzo, don Jerónimo de Sanvítores reclamó la devolución del cuadro y el obispo de Jaén, el cardenal don Baltasar Moscoso, intercedió ante él para que el cuadro permaneciese para siempre en Cabra.









 Para albergar al Santísimo Cristo se edificó una iglesia santuario trazada por el Maestro Mayor de Obras del Obispado de Jaén Juan de Aranda Salazar y finalizadas por su sucesor, el Maestro Eufrasio de Rojas.







 Cabra desde entonces se convirtió en el lugar de peregrinación más famoso de toda Andalucía Oriental, tantos fueron los romeros que llegaban pidiendo  protección al Santo Cristo y a cumplir sus promesas, que hubo que construir un hospital y una posada para poder atenderlos.


Desde Cabra. Un saludo.

Continuará.

lunes, 30 de octubre de 2017

EL CASTILLO DE LA YEDRA. CAZORLA.


 Cobijada a la sombra de la Peña de los Halcones y bajo la siempre atenta mirada del Castillo de la Yedra, se encuentra Cazorla la Capital del Adelantamiento del Arzobispado de Toledo en el Alto Guadalquivir.








En el Castillo de la Yedra o de las Cuatro Esquinas, como se le conoce en Cazorla, podemos distinguir tres recintos que suben achacosos la empinada loma  sobre la que se alza: alcazarejo, recinto y albacara.











En su punto más alto se encuentra el alcazarejo, sobre el que reina su soberbia Torre del Homenaje, la parte más notable y noble de toda la fortaleza,  mandada erigir por el Arzobispo de Toledo don Pedro Tenorio (1377-1399). Una imponente mole con tres pisos iluminados por airosos parteluces y una lóbrega mazmorra que la sostiene en su base. Sus muros alcanzan una altura de 30 metros  oscilando su espesor entre los cuatro metros de su planta baja, a los dos metros de su cima, grosor que va paulatinamente disminuyendo  de estancia en estancia.






Tras subir una escalinata adosada a uno de los lados de la torre llegamos a la primera de sus salas, hoy convertida en la Capilla del Castillo, donde se encuentra  un Cristo románico-bizantino de tamaño natural, clavado en una cruz de madera de ciprés.










El acceso a la segunda planta lo hacemos por unos empinados y cansados escalones, que  dan paso a la Sala de Armas decorada con panoplias  en forma de escudo, en los que  se exponen: espadas, ballestas, ..., además de armaduras, arcones tallados y mobiliario de los siglos XVI y XVII.







Salas iluminadas por arcos apuntados que nos ofrecen una magnífica vista de la sierra que aún se resiste a vestir sus colores del añorado y lluvioso otoño, y allí junto al río,






la Plaza  Vieja con la Iglesia de Santa María, pero eso es ya otra historia que en otra ocasión os contaremos.














Desde Cazorla un saludo.

Próxima parada. 

Palma del Río.